jueves, 16 de agosto de 2012

Por qué no debemos abonar con químicos las plantas que destinamos a uso medicinal y/o fitomedicinal:

Tiene que ver con la calidad balsámica de las plantas.
Esta es sólo una de las razones, pero nos parece muy importante.
El principio es sencillo: las plantas recogen los alimentos y toda la información de su entorno inmediato. En un entorno biológicamente rico la variedad de influencias es altísima, con lo que las plantas pueden desarrollar ámpliamente las moléculas que necesiten para su buen desarrollo particular. 


















Algunas de éstas moléculas son usadas de inmediato, otras son almacenadas en las vacuolas para usos posteriores. Entre éstos usos está la defensa química ante problemas que pueden ser graves como los avatares del clima, las carencias, plagas... el líquido contenido en las vacuolas, el jugo celular, si está completo almacena todo lo necesario para que las plantas puedan responder adecuadamente a sus necesidades.
El problema viene cuando abonamos químicamente: éstos abonos están compuestos de moléculas muy simples (tipo fast food) que por acumulación tienden a ocupar todo el espacio de la vacuola, por lo que muchos de los otros principios se quedan sin la posibilidad de ser almacenados y no son absorbidos por la planta, que pierde calidad.
En un cultivo vulgar esto se arregla a base de tratamientos exteriores (plaguicidas, correctores, etc), pero si lo que nos interesa es aprovechar la calidad balsámica lo que ocurre es que nos encontramos con plantas pobres que no son capaces de sintetizar bien los principios que deseamos aprovechar.
Por eso insistimos siempre: en cultivos medicinales el tamaño y la forma de la planta es irrelevante, lo que nos interesa es su calidad balsámica, su vitalidad biológica.

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